Manuel Gago,
autor de «El guerrero del antifaz»
José Luis Laureda / corresponsal en Bilbao.- Manuel Gago García nació en Valladolid el 7 de marzo de 1.925. Hijo de un comandante del ejército de la República Española, cuando residía en Madrid vivió el asedio, los bombardeos con los andenes del Metro abarrotados de miles de personas asustadas, y fue testigo de la caída de la capital de España bajo el acoso de las armas de la sublevación franquista.
En el año 1.943 envía a la Hispano Americana de Ediciones de Barcelona (habían publicado con gran éxito antes de la fraticida conflagración la revista «Aventurero» con la presencia de los grandes protagonistas del cómic norteamericano ‘Flash Gordon’, ‘Mandrake’, ‘El fantasma’, ‘Jorge y Fernando’... y después de la guerra con ‘Leyendas infantiles’, también con héroes U.S.A. pero que algunos habían cambiado de nombre por la imposición de la censura, como ‘Mandrake’ que pasó a ser ‘Merlín, el Mago Moderno’ y ‘El fantasma’, que se llamó ‘El hombre enmascarado’) la serie ‘Motopi King’, que al cabo de dos números los señores de la tijera y el lápiz rojiazul le suprimen.
Se traslada a Albacete después de la caída de Madrid, y enfermo de tuberculosis –enfermedad azote de la España del entonces, ante la falta de alimentos para la gente modesta (los de más arriba y gracias a los estraperlistas del momento tenían una salud excelente)– es internado en un hospital, y con una tablilla de madera que le consiguen sus hermanos, sentado en la cama y con su ‘mesa de trabajo’ sobre sus rodillas, comienza a dibujar sus historietas y a dar vía libre a su fantasía y a su vocación. Acaba de nacer una estrella del cómic mundial.
El inicio de un gran
héroe del papel
Y en Albacete traba amistad con dos jóvenes que con el tiempo serían grandes dibujantes de historietas: Miguel Quesada y Luis Bermejo.
Envía otras series cortas a la editorial valenciana, que le publican, y por fin, en 1.944 se inicia en la etapa de «El guerrero de el antifaz», que con «Cuto», del barcelonés Jesús Blasco y con «Roberto Alcázar y Pedrín», de Eduardo Vañó, habrían de ser los grandes protagonistas triunfadores de una larga historia del cómic español.
Después vendrían «El Capitán Trueno», «El Jabato», «El cachorro» y «Diego Valor».
La aparición en aquel año 1.944, en forma de cuadernillos semanales, que encandiló a la juventud española del momento con un argumento basado en las aventuras de un guerrero que iba por libre –cota de malla, cruz cristiana al pecho, casco, antifaz, espada y escudo– al que se sumaría enseguida su paje Fernando, que ocultaba la parte alta de sus facciones.
Una historia de moros
Se sitúa la acción en la época de los Reyes Católicos, y su contenido recoge la historia de una joven cristiana recién desposada y raptada por Ali Kan (no Khan), un reyezuelo moro que la convierte en su favorita, y que al nacer el hijo de la raptada erróneamente cree el moro que es hijo suyo.
El joven lucha contra los cristianos hasta que su madre le descubre la verdad en una frase que copiamos de la viñeta del cuaderno: «No sois hijo de Alí... el miserable no lo sabe», y le revela que está luchando contra los de sus raza y sangre, contra los suyos.
El moro mata a la madre del futuro guerrero del antifaz, que combatirá a las invasoras huestes de España y con juramento de venganza y muerte para el asesino de su madre, Ali Kan, a quien siempre había considerado como su padre.
Éxito y penuria
Consigue Manuel Gago el éxito y se convierte en uno de los dibujantes que encandilaron a la juventud española.
En 1.946 traslada su residencia a Valencia, sede de la editorial para la que trabaja, y en 1.948 se casa con la hermana de su amigo Miguel, Teresa Quesada, con la que en el transcurso de su matrimonio tiene cinco hijos.
En 1.950 es socio fundacional de la Editorial Maga. Más tarde, con sus hermanos como socios de la editorial Maga –siglas del nombre y apellido de su padre que coinciden con el suyo propio– realiza además labores de promoción de ventas.
Asimismo instala y atiende una papelería en un barrio humilde de trabajadores ubicado en las afueras de Valencia, es de Torrefiel.
Deja por un tiempo el lápiz y la tinta china entre 1.966 y 1.972, y se dedica a otras labores al margen de la creación de historietas, y tras la re-edición por entonces de «El guerrero del antifaz» y su inesperado y renovado éxito, reanuda las aventuras del personaje con el que conquistó la fama –por cierto, personaje que nunca sonrió– y que ahora, con un noviazgo tan prolongado con su eterna Ana María, se casa con ella y tiene un heredero.
Realizó a lo largo de su carrera artística varias series simultáneamente, aunque Manuel Gago será siempre re-cordado por su gran éxi-to «El guerrero del antifaz». Fue puliendo y depurando su estilo y la calidad de su dibujo (al igual que lo hizo Alex Raymond con su ‘Flash Gordon’), pero al revés que le gran maestro norteamericano, debido a las prisas, a la acumulación de trabajo y a su dedicación a otros personajes y actividades marginales, su calidad artística fue decayendo.
El trabajo de dibujante de cómic estaba muy mal pagado y había que realizar mucha obra para obtener unos ingresos suficientes que le permitieran vivir dignamente.
Personajes de su creación fueron entre otros «Él pequeño luchador’ (1.945), otro gran éxito; «La pandilla de los siete» (1.945); «El misteriosos X» (1.950); «Purk, el hombre de piedra» (1.950); «El rey del Oeste» (1.950); «El espadachín enmascarado» (1.952); «El aguilucho» (1.959), «Jim Alegrías»(1.960), hasta un total de 47 series de personajes, además de los que dibujó con firma ajena, con todo lo que ello implica de so-metimiento. Series de espadachines, héroes del far-west, del mundo del circo, pi-ratas y corsarios, boxeadores, cavernícolas, héroes juveniles y... lo que le echaran.
Hasta la visualización en cuadernos de películas famosas.
Con la censura férrea de la época franquista en la que tuvo que aliviar las exclamaciones de sus personajes, suprimir armas y violencia y poner más tela en los vestidos femeninos, además de sufrir personalmente y por imposición oficial por un período de tiempo la incapacidad para el desarrollo de su labor.
Historia de un héroe
de cómic
Los primeros cinco años de «El guerrero del antifaz» fueron dibujados y argumentados por Manuel Gago y llegó a alcanzar una tirada de 130.000 ejemplares. Después entraron entre otros Matías Alonso y Manuel Quesada como dibujantes y Tortajada como guionista.
Gago fue maestro indiscutible de los cuadernillos de aparición semanal de aventuras con la máxima acción, y creador del gran héroe de tinta china –el hijo del Conde de Torre– que entusiasmó, deleitó y puso alas a al fantasía de una juventud que vivía la durisíma realidad de un triste día a día.
Con aquellos cuadernillos inolvidables, el primero, naturalmente «El guerrero del antifaz», después otros como «El crímen de Harum», «Los hermanos Kir», «El pirata negro», etc.
La película que no fue
Cuando en 1.980 se preparó una película en la que «El guerrero del antifaz» iba a ser el protagonista –al final no se llegó a realizar el proyecto–, Manuel Gago, desplazado a Madrid para dar visto bueno a la realización, firmar el contrato y cobrar sus derechos, no pudo conceder la autorización pertinente al comprobarse a última hora que los derechos de autor correspondían a la Editorial Valenciana que sin autorización y con claro pirateo literario y gráfico los había registrado a su favor.
Manuel Gago, debido a su participación en diversas tareas, había de viajar continuamente, rellenar muchas cuartillas con gráficos y narración de diálogos y textos al terminar su jornada de trabajo en los distintos hoteles de la geografía española en los que se alojaba.
Falleció el 29 de diciembre de 1.980 a los 55 años de edad, con 40 como profesional de la historieta, y cuando aún se siguen vendiendo tomos encuadernados narrando las aventuras de su gran héroe en los grandes almacenes y establecimientos especializados, nos ha dejado el recuerdo de un gran trabajador y de un hombre afable, simpático, con gran sentido del humor, algo retraído y siempre dispuesto a ayudar a quien se lo pidiera.
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